Al comienzo del fin de semana largo de Pascua, un silencio inquietante prevalece en el aeropuerto de la capital argentina antes del amanecer, horas antes de que se llene de pasajeros. Alrededor de 100 personas que duermen dentro de las instalaciones se están preparando para comenzar su día.
Uno de ellos es Ángel Gómez, que lleva dos años viviendo en el Aeropuerto Internacional Jorge Newbery y ha visto cómo se ha disparado el número de personas que se unen a él.
“Después de la pandemia, esto se ha convertido en una invasión total”, dijo Gómez la madrugada del jueves, sentado junto a un cartel que anuncia el glaciar Perito Moreno, una popular atracción turística en la Patagonia argentina.
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El aeropuerto, conocido coloquialmente como Aeroparque, se ha convertido prácticamente en un albergue nocturno para vagabundos. Es un claro reflejo de la creciente pobreza en un país donde algunas de las tasas de inflación más altas del mundo dificultan que muchos lleguen a fin de mes.
“Si pago alquiler no como, si pago comida estoy en la calle”, dijo Roxana Silva, quien vive en el aeropuerto con su esposo, Gustavo Andrés Corrales, desde hace dos años.
Silva recibe una pensión del gobierno de unos 45.000 pesos, que son unos 213 dólares al tipo de cambio oficial y aproximadamente la mitad en el mercado negro.
“No tengo lo suficiente para vivir”, suspira Silva, explicando que ella y su esposo se turnan para dormir, por lo que siempre hay alguien vigilando sus cosas.
Cada vez más argentinos se encuentran en la posición de Silva, pues la inflación en el país registró una tasa anual de 102,5% en febrero. Si bien Argentina ha estado acostumbrada a una inflación de dos dígitos durante años, esta fue la primera vez que el aumento anual de los precios al consumidor alcanzó los tres dígitos desde 1991.

El Aeropuerto Internacional Jorge Newbery de Buenos Aires se ha convertido en un campamento no oficial para personas sin hogar en momentos en que Argentina enfrenta una gran crisis económica. (Foto AP/Natacha Pisarenko)
La alta inflación, que se manifestó especialmente en los alimentos básicos, golpeó con más fuerza a los pobres y llevó la tasa de pobreza al 39,2% de la población en el segundo semestre de 2022, un aumento de tres puntos porcentuales con respecto a los primeros seis meses de 2022. En el año, según el organismo de Estadísticas Nacionales Argentinas, INDEC. Entre los niños menores de 15 años, la tasa de pobreza aumentó en más de tres puntos porcentuales, al 54,2%.
Horacio Ávila, quien dirige una organización dedicada a ayudar a las personas sin hogar, estima que la cantidad de personas sin techo en la capital argentina aumentó un 30 por ciento desde 2019, cuando él y otros realizaron un censo no oficial de 7.251 personas en esta ciudad de alrededor de 3,1 millones brisa. .
En medio del aumento del costo de vida y la disminución del poder adquisitivo, más personas comienzan a ver el aeropuerto como una posible escapada.
Laura Cardoso fue testigo de primera mano de este aumento el año que vivía en el aeropuerto “dormida” en su silla de ruedas.
“Acaba de llegar más gente”, dijo Cardoso, con sus dos perros. “Está lleno de gente”.
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Mirta Lanuara es una recién llegada, que vive en el aeropuerto desde hace una semana. Ella eligió el aeropuerto porque está limpio.
Teresa Malbernat, de 68 años, vive en el aeropuerto desde hace dos meses y dice que es más seguro que estar en uno de los albergues de la ciudad, donde dice que le han robado dos veces.
La empresa argentina que opera el aeropuerto, AA2000, dice que “carece de fuerza policial” y “autoridad para evacuar a estas personas” y también dice que tiene la obligación de garantizar un “uso no discriminatorio de las instalaciones del aeropuerto”.
Para Elisabeth Barazza, de 58 años, la gran cantidad de personas sin hogar que viven en el aeropuerto explica por qué decidió emigrar a Francia, donde una de sus hijas vive desde hace cinco años.
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“Voy allí porque aquí es difícil”, dijo Barazza, mientras esperaba para abordar su avión. “Mi sueldo no alcanza para alquilar. Aunque me suban el sueldo, la inflación es muy alta, entonces a veces no alcanza para alquilar y sobrevivir”.
“No quiero volver”, dijo Bárbara.